Las palabras se leen, se escuchan, se sienten. Pueden ser pensadas, contadas y cantadas. A veces son dulces otras son puro veneno. Hay palabras muy claras, otras ambiguas, ... y todas ellas dentro de infinitos contextos. Libros, Cortos, Etiopía, Música, Amistad, Vigo, Educación, Lugares, Emociones y Sentimientos... pertenecen a este (mi) diccionario, el de LA PALABRA MÁGICA
sábado, 21 de enero de 2017
Apenas le conocía pero ya se había enamorado y en las leyes de su vida, regidas por un férreo don de sumisión, eso no era menos que un pecado mortal.
Decidió mantener ese sentimiento en secreto. Sería suyo y de nadie más.
Pero la pasión cuando se enciende desata actos incontrolables y ya sólo podía dejarse llevar por la evidencia de sus impulsos.
Quiso saber qué tipo de mujer le gustaba a él hasta conseguir dibujar en su imaginario el aspecto de esa belleza por él ansiada.
En ello se puso a trabajar sin descanso hasta convertirse en aquella mujer de curvas finas, sonriente, recatada, estilosa, fuerte pero a la vez dulce con melena larga que él decía desear.
Y la deseó. Ella se dejó arrastrar.
Comenzó su nueva vida en el castillo de princesa del mejor cuento jamás contado al lado de su príncipe y a pesar de los mil dragones que acechaban la fortificación.
Allí se quedó un tiempo.
Mucho tiempo necesito para darse cuenta que nunca sería esa princesa, que él sólo se amaba a sí mismo y que el castillo, como el del mejor cuento jamás contado, era de arena fina.
Decidió mantener ese sentimiento en secreto. Sería suyo y de nadie más.
Pero la pasión cuando se enciende desata actos incontrolables y ya sólo podía dejarse llevar por la evidencia de sus impulsos.
Quiso saber qué tipo de mujer le gustaba a él hasta conseguir dibujar en su imaginario el aspecto de esa belleza por él ansiada.
En ello se puso a trabajar sin descanso hasta convertirse en aquella mujer de curvas finas, sonriente, recatada, estilosa, fuerte pero a la vez dulce con melena larga que él decía desear.
Y la deseó. Ella se dejó arrastrar.
Comenzó su nueva vida en el castillo de princesa del mejor cuento jamás contado al lado de su príncipe y a pesar de los mil dragones que acechaban la fortificación.
Allí se quedó un tiempo.
Mucho tiempo necesito para darse cuenta que nunca sería esa princesa, que él sólo se amaba a sí mismo y que el castillo, como el del mejor cuento jamás contado, era de arena fina.
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