viernes, 22 de julio de 2011

LA HUIDA

Y de repente, la humedad invadió su cara.

Comenzó siendo una pequeña lágrima, la misma de cada la mañana, a la que seguían todas las demás.
Se estaba conviertindo en un ritual.

A esa primera lágrima -e invariablemente- le precedía una sensación de ausencia, de pérdida, de desarraigo que le nacía en el estómago e iba directamente a su cerebro, tronándole con flashes del pasado, visiones del presente, sueños futuros. Y siempre acompañado de la extraña sensación de una deseada, pero a la vez, angustiante soledad.

Cerraba fuertemente los ojos pero, en ese vacío en el que se anclaba, se abría una pequeña mirilla a través de la cual todo aparecía desenfocado.

De nuevo, y como cada día, su instinto le gritaba que la escapada sería una opción, la mejor quizás.

Huir ayudaría a no ver a través de esa mirilla.

Y huyó…tan lejos que lo olvidó todo.

Incluso olvidó quien era.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Me gusta la imagen que has puesto. Una mirilla muy particular.
Vuelvo a lo anterior:
Chaleco antibalas Amalia.
máis biquiños.